Ya es de noche y llegas a casa reventado. Hogar dulce hogar… Sí, pero te espera más trabajo: preparar la cena, revisar la despensa para hacer la compra de mañana, poner la lavadora… Y encima hace frío porque aún no has encendido la calefacción. ¿Aún sigues pensando en hogar dulce hogar? Si no tuvieras que hacer nada… quizás. ¿Sueñas con un mayordomo? Pues no, eso es cosa de la domótica.
Domótica doméstica (ojo al trabalenguas) se trata de que los aparatos piensen por sí mismos, sepan lo que nos gusta o qué necesitamos, y nos lo faciliten. Ole por la tecnología.
Todo funciona con sensores inteligentes instalados en cualquier objeto, que están conectados entre sí y a la Red para recoger datos e información y, con ellos, controlarlo todo. Es el universo del llamado Internet de las Cosas: desde un cepillo de dientes hasta la cama; del coche a la cafetera.
Volvamos atrás. Imagina que acabas tu jornada de trabajo y te diriges a casa, pues bien, el sistema detecta a través de tu móvil que te estás aproximando. Esto sería una imitación avanzada de lo que pretende ser Brillo, el sistema de domótica de Google. O tal vez has optado por HomeKit, la propuesta para el hogar de Apple. Sea cual sea, hablamos de una tecnología en pleno desarrollo. Mientras estás en camino, la vivienda se prepara para tu llegada: la calefacción está a la temperatura que te gusta; se ha descargado tu serie de televisión favorita para que solo tengas que tirarte en el sofá a verla; las persianas han bajado porque es de noche y hay que conservar el calor, y la lavadora está acabando de secar la ropa.
De nuevo a través del móvil el sistema de domótica comprueba que estás en la puerta, así que la abre automáticamente. El calentador ya tiene el agua hirviendo para tu té. Y no hace falta mirar en la nevera ni en la despensa para saber lo que hay que reponer: el Internet de las Cosas de esos electrodomésticos ha registrado lo que falta y ha hecho la compra online.
Esa mañana, en la olla a presión has dejado una verdurita que empieza a cocerse a las 8 y que te avisará en el móvil cuando esté lista. Cena, serie y a la cama. No hay problema si te quedas dormido mientras lees. Ya se ocupa la domótica de detectar que no hay movimiento en la casa y de apagar las luces, bajar la calefacción y poner en marcha el sistema de vigilancia. Dulces sueños.
Podríamos seguir explicando todo lo que puede hacer este fabuloso servicio doméstico: tenerte listo el café por la mañana, regar las plantas, decirte a través del cepillo de dientes cuándo necesitas pasarte por el dentista… Así va a ser nuestra vivienda dentro de muy poco. Ahora sí, hogar dulce hogar. Bendita domótica…