¿Compra o alquiler? El eterno dilema del consumo. Pero respondamos a la pregunta: pues depende. Depende de los bienes que necesites, o durante cuánto tiempo vayas a utilizarlos, o cada cuánto quieras cambiarlos.
Por ejemplo, al comprar un coche sabes que pasará contigo muchos años, casi hasta formar parte de la familia. Demasiado dinero gastado como para andar cambiando sin tener una razón de peso. Aunque la tentación golpee cuando ves nuevos modelos, mejor equipados y más atractivos.
Guardando las distancias económicas, es un conflicto emocional parecido al que surge con los móviles: basta que pagues unos cientos de euros por uno de última generación para que a los pocos meses haya pasado a ser de penúltima… O de antepenúltima.
Pues si eres de los que cree que en la variedad está el gusto, deberías pensar en el alquiler. O más en concreto, en el renting, otra forma de consumo. Expliquemos el término. Al tratarse de un alquiler, el bien no es de tu propiedad. Siguiendo con los mismos ejemplos, el coche pertenecería a una entidad financiera y el móvil, generalmente a las propias marcas. Tú los usas a cambio de una cantidad mensual.
Vayamos a casos prácticos para entender su funcionamiento. Necesitas un coche y acudes a una financiera o a una empresa especializada en este tipo de alquiler. Allí te ofrecen un listado de marcas y modelos con los que ellos trabajan. Y solo pueden ser esos.
Al firmar el contrato, se establece un tiempo de duración, que por ley no puede ser inferior a dos años, y una cuota que dependerá del modelo y de la duración del alquiler. La gran ventaja es que en esa cuota están incluidos una serie de servicios como el seguro, el mantenimiento, la asistencia por accidente… Solo tienes que pagar la gasolina. Al finalizar el contrato, devuelves el coche a la compañía.
De un bien grande a otro más modesto (pero casi igual de goloso): marcas y distribuidores de móviles, incluso alguna operadora, están empezando a alquilar móviles para ofrecer alternativas de consumo a los usuarios. Usas un terminal, pongamos durante un año, pagando a plazos una cantidad menor de lo que cuesta en el mercado. Al finalizar ese tiempo, eliges otro móvil nuevo.
Algunas operadoras contemplan esta posibilidad a cambio de contratos de permanencia, pero las marcas no: son terminales libres, de manera que siempre podrás optar por las mejores condiciones del mercado.
Coche cada dos años, móvil cada 12 meses… Suena bien, ¿no?