El paso hacia adelante del clavadista

Con las manos desnudas trepa por un acantilado un hombre delgado, de piel morena y vestido solo con un bañador. Sube poco a poco, pero por sus movimientos se percibe que conoce bien esas piedras. Al llegar a arriba otea el horizonte y contempla el mar a sus pies. Después cierra los ojos y siente la brisa contra su piel. Se acerca más al borde, toma aire, aparta el miedo de su mente y se lanza al vacío.

El salto de un clavadista siempre entraña riesgo y una sensación de temor; pero detrás se esconde la emoción y la experiencia que hacen que ese paso adelante sea seguro y certero. Os lo enseñamos en nuestro último anuncio de televisión en el que José Manuel Calderón, clavadista profesional, se lanza al vacío en las aguas de Acapulco.

¿Cuántos de vosotros pensasteis que ese señor estaba loco al verlo trepar por las rocas, para después lanzarse al agua sin protección? Como en casi todo, es cuestión de perspectivas, ya que donde unos ven locura otros encuentran valentía. Los clavadistas no son saltadores normales ya que se enfrentan a grandes alturas y a aguas poco profundas; para ello se entrenan durante toda su vida y reciben el conocimiento de sus padres, y ellos se lo transmiten a sus hijos. Saben que en cada salto corren el riesgo de sufrir un accidente pero creen en su oficio como si de una religión se tratase. Es su forma de vida.

José Manuel Calderón lleva años lanzándose desde acantilados y eso no le ha hecho perder ese miedo que reaparece cada vez que se asoma al borde. “Trato de controlarme y concentrarme para el clavado. Hay que estar pendiente de los factores climáticos, estudiar cómo vamos a hacer el salto… porque de eso depende nuestra vida”, explica.

Efectivamente existen muchos riesgos, pero José Manuel es un profesional y antes de saltar tiene en cuenta todas las variables, analiza los riesgos y además conoce bien el entorno. Aunque sin ningún tipo de protección, el salto es seguro, exacto y cuando Manuel está volando, antes de llegar al agua, sabe exactamente dónde va a caer.

Como José Manuel, nosotros también dimos un paso hacia delante. Nos lanzamos a unas aguas complicadas y cuando el viento soplaba en contra, pero teníamos la certeza de que era el momento para hacerlo y de que caeríamos donde queríamos. Fue un salto seguro, igual que el de un clavadista.

¿A que no estábamos tan locos?

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