Dicen que la unión hace la fuerza. Es un lema que sirve para casi todo y desde luego también para la economía. La mejor prueba de ello es la compra colectiva (en grupo), una buena fórmula para conseguir eso que tanto queremos, pero sin pagar su precio original. Analicemos por qué.
¿Has comprado alguna vez en esas tiendas online que te conectan directamente con el agricultor que cultiva verdura en Murcia o con las empresas mariscadoras gallegas que te mandan unos centollos fresquísimos en 48 horas? No se trata de conseguir el mejor producto, que también, se trata de llevártelo más barato.
El motivo lo entiende todo el mundo: por internet evitas intermediarios. Pero, desgraciadamente, eso no sirve cuando hay que tratar con grandes compañías. Porque por mucho que contactes con la sede central de Samsung en Corea del Sur (buena suerte con el idioma), no vas a poder comprar uno de sus móviles o de sus televisores a un precio inferior.
Aunque… ¿y si en vez de pedir uno pides mil? Entonces, la cosa quizá cambie. En eso consiste fundamentalmente el negocio de los comercios minoristas: adquieren grandes cantidades para rebajar el coste y luego comercializar con un margen de beneficio. Y es normal que los productores prefieran vender al por mayor, porque resulta mejor colocar mucho a un precio más bajo que acumular y facturar menos.
Básicamente en esto consiste la compra colectiva: poner de acuerdo al mayor número de personas posible para hacer un pedido tan gigante que el ahorro sea enorme para todos. La unión, ya sabes, hace la fuerza (y el ahorro).
Por ejemplo, las webs “CompramosPiso” y “ComprarUnidos” ofrecen adquisiciones colectivas de casas a constructoras; “Biddus” trabaja con tecnología, electrodomésticos, jardinería, artículos para bebés, material de oficina y deportes; y “Shoppyo” casi alcanza categoría de gran almacén.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha mostrado el camino con sus compras colectivas de electricidad, carburantes o telefonía (las tres ya cerradas, pero habrá más). Su estrategia es reunir a los interesados (muchos) y hacer que grandes empresas pujen por ellos. Quien ofrece el precio más bajo, consigue a todos esos clientes.
Es cuestión de mostrar iniciativa y organizarse. Y la red es la mejor herramienta para hacerlo. Ya sabes, tu próximo caprichito… también puede ser el de unos cuantos cientos de personas, todo es coincidir en gustos.