El interés compuesto: son las semillas que dispersan los animales más hambrientos

Tras años de frecuentar el precioso jardín de su abuela, una joven estudiante de economía, se dio cuenta de cómo las ardillas, sin ser ellas nada de eso, le ayudaban a sembrarlo y cuidarlo. “Esas malditas ardillas me ahorran muchísimo trabajo, la verdad” solía decir. Hasta entonces, la joven no entendía muy bien a qué se refería, pero descubrió que, claramente, a lo que se refería su abuela era al interés compuesto.

Si nos paramos a pensarlo bien, invertir consiste en obtener beneficios, mientras nosotros no hacemos nada de nada. O más o menos lo que ocurre en un jardín; hay plantas que desarrollan frutas carnosas alrededor de sus semillas para atraer a los animales más hambrientos.

Así, cuando se las comen y las escupen o sobreviven al tracto digestivo del animal, son depositadas en la tierra donde brotarán nuevas y hermosas plantas.

Esto mismo es lo que ocurre con tu dinero. Las inversiones a largo plazo, generan una serie de beneficios en forma de ganancias, que si en vez de retirarlos, los vuelves a invertir sobre ese mismo capital inicial, obtienes un beneficio aún mayor. O lo que es lo mismo, usar las semillas que nos dan las plantas para seguir plantando más y así conseguir un hermoso y frondoso jardín.

De esta forma, la próxima vez que observes las ganancias que te genere esa inversión, será sobre una cantidad mayor y siempre sin hacer nada de nada.

Este truco funciona especialmente bien con las ardillas que cuando recogen las semillas las “ocultan” para su uso posterior. ¿Será que la naturaleza tiene más que enseñarnos de lo que pensábamos? Puede que las claves de la economía estén más cerca de lo que creemos…

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