¿Hielo en la carretera? ¡Que le den salmuera!

Cuando los termómetros se desploman por debajo de cero, las precipitaciones se convierten en nieve. Así nos lo enseñaron en la escuela. Y si no se retira o se deshace, entonces el hielo conquista las calles para convertirlas en pistas de patinaje para viandantes y vehículos. Por eso es de vital importancia contar con un buen plan, como los que tenemos en EVO, para dárselas con queso a esos resbalones que nos esperan.

Precisamente en Wisconsin, conocida como la capital del queso de Estados Unidos, han empezado a pulverizar salmuera de queso sobre las carreteras para combatir el hielo y evitar accidentes. Así, logran ahorrar dinero aprovechando la salmuera surgida de la producción de este manjar y alivian la contaminación de los habitantes. Y dicen que lo que mejor funciona es utilizar variedades como el provolone o la mozzarella.

En España también estamos acostumbrados al pan con queso y a la sal de toda la vida para evitar que las calles se hielen. El cloruro sódico hace un gran trabajo, sin embargo, cuando la temperatura desciende de los -5º C pierde efectividad. Pero sin duda el lado más negativo de emplear sal contra la nieve y el hielo es el gran impacto que tiene sobre el medioambiente, si se utiliza de manera masiva.

La sal: enemiga del hielo y también de la naturaleza

Un poco de sal sobre las carreteras y tierras aledañas no hace ningún mal, pero la sal en exceso puede causar daños graves en las plantas y los árboles que estén hasta a 200 metros de la carretera, lo que conlleva una disminución de la vida salvaje en esa área, pues desaparecen los recursos naturales. Los romanos ya araron con sal los campos de Cartago tras la Tercera Guerra Púnica, dejándolos inservibles durante siglos. Imagínate.

Además, también afecta a los animales que ingieren el agua salada: aumenta la toxicidad de su sangre y sus tejidos. Y los animales de gran tamaño como ciervos, caballos, vacas, etc. que se acercan a la carretera atraídos por la sal pueden provocar accidentes de tráfico.

Según los expertos, la concentración elevada de sal puede incrementar la acidez del agua y provocar efectos similares a los de la lluvia ácida. Y, además, todos conocemos las cualidades corrosivas del cloruro sódico, que dañan tanto los vehículos como las vallas y quitamiedos de las carreteras.

Es más, países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Finlandia, Suecia o Austria, acostumbrados a grandes nevadas, han reducido o incluso eliminado el uso de la sal en su territorio. Veamos cómo lo han hecho.

Alternativas a la sal

La salmuera. Es una solución de agua y sal y se utiliza cada vez más, especialmente en los países donde más nieva. Se puede mezclar con arena para que los neumáticos se agarren más al suelo y se utiliza de forma preventiva para evitar la formación de placas de hielo.

Urea. Se emplea en los aeropuertos. Si las pistas y la plataforma están húmedas y aún no ha helado, se esparce urea como anticongelante, de forma que previene la formación de hielo. No es que los operarios vayan miccionando por las esquinas, sino que se pulveriza desde camiones preparados para ello.

Acetato de calcio-magnesio. Es la alternativa que menos daña el medioambiente. Se trata de un compuesto sólido que se disuelve en agua y que es inocuo para plantas y animales; y tampoco corroe el metal ni estropea las carreteras.

Acetato de potasio. Muy similar al acetato de calcio-magnesio. Es menos agresivo y corrosivo, sin embargo, es más caro. Tanto el acetato de potasio como el acetato de calcio-magnesio puede llegar a costar 20 veces más que la sal.

Máquinas quitanieves y de ingeniería civil. Cuando la nieve que se acumula en carreteras y aceras es demasiado abundante, ni la sal ni ninguna otra sustancia química pueden ser de ayuda. En esos casos, es imprescindible recurrir a las máquinas quitanieves, excavadoras y, cuando estas no pueden actuar, a las potentes fresadoras de nieve, que la absorben y la arrojan a varios metros de distancia. Como ocurre con estas fresadoras de las montañas de Japón, que despejan carreteras sepultadas bajo una capa de hasta ¡20 metros de nieve!

En resumen: aunque nos parezca imposible, hay otras maneras de evitar que nuestro coche practique el patinaje cuando las carreteras se hielan. No siempre hay que seguir el guión establecido y plantarnos en lo de siempre. Hay que innovar, hay que buscar alternativas que nos hagan avanzar. Hasta ahora, la sal era la única opción que se contemplaba. A su favor, que es barato. Pero si tenemos en cuenta los desperfectos que puede causar en nuestros coches por su efecto cáustico, amén de los daños a la naturaleza que conlleva su utilización, ¿no es más inteligente buscar otros anticongelantes?

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