Renta básica: un colchón de por vida

 

Renta básica

El sueño de cualquier persona es no tener que trabajar por dinero, sino por placer.  Hay quien lo consigue y quien sueña con ello. También hay quien prefiere no trabajar, pero eso es un tema aparte. El caso es que suena bastante apetecible, a sueño perfecto ¿verdad? Pero no imposible. La renta básica es la principal opción.

Hace poco los suizos rechazaron una renta básica de 2.260 euros. Medio mundo se llevó las manos a la cabeza y pensó: “¡estáis locos!”. Parece imposible que alguien se niegue a recibir de forma automática e incondicional una cantidad de dinero por ser ciudadano de un país. Sí, has leído bien, simplemente por eso. ¡Bendita ciudadanía!

Vayamos por partes y hagamos un esfuerzo para entender qué es la renta básica. Se trata de un ingreso que realiza el Estado a cualquier ciudadano de pleno derecho de forma incondicional. Así, sin más. Eso quiere decir, que cualquiera lo puede recibir, sin letra pequeña de ningún tipo. Lo más curioso es que este ingreso se podría otorgar aunque el ciudadano no trabajase, y hablamos en condicional porque todavía no es una realidad.

El concepto no es nuevo, sino que viene de hace décadas y de la mano de liberales como Milton Friedman. Y sí, está relacionado con el famoso Estado de Bienestar. ¿A quién no le gusta sentirse protegido y tener un colchón de dinero fijo? Las virtudes de esta renta son muchas: estimula el consumo, genera oportunidades para todos, reduce la pobreza… En definitiva, mueve la economía y en estos tiempos que corren eso es como un día de lluvia en plena sequía.

Para entenderlo mejor, ahí va un ejemplo. Seguro que cuando eras pequeño en tu barrio había un señor muy majo que repartía caramelos todas las semanas entre los niños del barrio. Lo hacía sin esperar nada a cambio y sin hacer diferencias entre ellos. Y lo mejor de todo, todos recibían la misma cantidad de “chuches”.

Volviendo al plano económico, no es oro todo lo que reluce. La desmotivación para buscar un trabajo o la viabilidad es lo que menos convence a los países. Por eso -aunque puede que sea un poco infantil- el ejemplo de los caramelos sirve para entender que lo que solo se espera de los niños es su “buena” voluntad. Nada más. Como la de los ciudadanos, buena voluntad para buscar trabajo de forma pro activa. Y marcamos “buena”, porque es necesaria para que esta renta funcione.

Lo mejor de todo, es que hay países que ya se han lanzado a la piscina y han intentado ponerla en marcha. Ahí van algunos:

  • En Holanda, Utrecht ha puesto en marcha un programa por el que 300 participantes recibirán un cheque anual con una paga de entre 900 y 1.300 euros por familia. ¿Quién no aceptaría?
  • Finlandia va a aplicar de forma experimental a partir de 2017 una renta básica universal. La aportación será de entre 600 y 800 euros. ¡Así los finales de mes se ven con otros ojos!
  • En Alemania y Francia, el debate está sobre la mesa, pero se prevé su implantación en un futuro.

Parece que el panorama pinta muy bien para los ciudadanos y por qué no, quizás también España se sume al carro algún día. No tener que trabajar por dinero, sino por gusto, sabiendo que tienes una renta básica que te ayuda a vivir. ¡Ese es el verdadero lujo: trabajar por disfrutar antes que por necesidad!

 

 

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