¿Tú móvil es realmente tuyo? ¿Y la consola o el microondas? Sí, ya sabemos que los has comprado, pero ¿algo te pertenece de verdad si no puedes manipularlo como te plazca, si no es posible repararlo porque quien te lo ha vendido no te dice cómo hacerlo?
Parece que cuando se trata de aparatos electrónicos existe un acuerdo tácito entre la marca y el usuario: tú pagas y aguantas lo que te dure, y luego a comprar otro. Frente a los hechos consumados, el desafío de los manitas.
Esa sería una buena definición de lo que es Ifixit (traducido, ‘yo lo arreglo’), una comunidad de más 700.000 usuarios repartidos por todo el mundo dispuestos a reparar antes que volver a comprar, ayudándose mutuamente con todo tipo de información, consejos y tutoriales para destripar cualquier dispositivo y hacer que vuelva a funcionar.
En su web aparece el manifiesto en el que se inspira: “Reparar te ahorra dinero, preserva el medio ambiente y crea puestos de trabajo. Pasa de la economía de usar y tirar. Únete a la revolución de la reparación”.
Piensa qué te parecería si la marca de tu automóvil te dijera que está prohibido cambiarle los neumáticos, o que una firma de ropa te advirtiera de que no es posible sustituirle los botones a una chaqueta.
Lo que en algunos productos parece absurdo, en otros resulta ser una imposición aceptada sin protestas, por ejemplo al no poder desbloquear y liberar el software de un dispositivo, según apuntan los amigos de Ifixit.
Lo más interesante de esta plataforma es que no pretende ser solo un colosal listado de manuales (cada vez más abundante, con ordenadores, tabletas, cámaras… hasta vehículos o cisternas) sino también una reivindicación e incluso un grupo de presión para que las compañías hagan más accesibles sus productos: denuncian abusos de copyright, establecen listados de marcas según la mayor o menor dificultad en ser reparadas y han promovido iniciativas legales en Estados Unidos para permitir la liberalización de los móviles de las operadoras.
Kyle Wiens y Luke Soules son los dos estudiantes de ingeniería de la Universidad Politécnica de California que han puesto en marcha esta revolución. Lo hicieron desde la habitación que compartían en el campus, cuando intentaron arreglar un iBook y se dieron cuenta de que la tarea podría ser la base del argumento de Misión Imposible 5.
Desde entonces empezaron a publicar en Internet instrucciones sencillas y pedagógicas para reparar pequeños aparatos. En solo dos años han sumado a la causa a cientos de miles de manitas dispuestos a enfrentar el desafío: “Esto me lo arreglo yo”.
¡Abajo con la chatarra! ¡Denme un destornillador y unos alicates y arreglaré el mundo! (y me ahorraré un dineral).