¿Imaginas un dron entrando por la ventana para entregarte un paquete? Siendo realistas, no parece que vayamos a verlo en un futuro cercano. Al menos hasta que las casas se vendan con garaje y helipuerto. La idea de Amazon, que tanto se comentó hace unos meses, puede ser factible en zonas rurales, aunque difícilmente lo será en la ciudad.
Pero ¿y si tu pedido de Amazon, en vez de un dron, te lo entrega tu vecino o alguien que viva por la zona o que trabaje cerca? ¿Y si Amazon te propone a ti hacer de mensajero a cambio de un dinerillo o de un descuento muy suculento en tus próximas compras? Pues a lo mejor te lo piensas, ¿no?
Según The Wall Street Journal, Jeff Bezos y sus colegas están dándole vueltas en secreto (aunque ya no tanto) a esa posibilidad desde hace algún tiempo. Te suena de algo, ¿verdad? Se parece a lo que propone Uber en el transporte o Airbnb en el alojamiento: economía colaborativa, intercambio de servicios.
Pero maticemos. Amazon lo que buscaría convirtiendo a particulares en repartidores eventuales es ahorrarse decenas de millones de dólares. Sin exagerar. Hagamos cuentas: en España su récord de ventas en un día está en 180.000 (lo consiguió las pasadas Navidades). Pongamos que utilizarte a ti como mensajero le cuesta 50 céntimos menos por paquete que contratar una empresa de reparto. En un día hubiera ganado 90.000 euros más. Empieza a hacer multiplicaciones, por días y por países… Tacita a tacita disparas la cuenta de resultados.
Por la misma razón, a finales del pasado año, Amazon empezó a probar en ciudades del estado de California un sistema de envíos utilizando taxis y aprovechando sus trayectos habituales: ya que vas a hacer una carrera a Hollywood, me llevas este paquetito para Mrs. Robinson…
De modo que más que economía colaborativa es economía participativa, de la que sacarían un extra los colaboradores espontáneos. Este invento, al que incluso parece que han dado nombre (On My Way), funcionaría así: cualquiera puede ofrecerse a transportar un pedido, bien recogiéndolo en alguno de los almacenes de Amazon o, y aquí viene la otra parte del plan, en los comercios particulares que accedieran a almacenar sus productos a cambio de una retribución, claro.
Es más fácil plantearte hacer de transportista si tienes que recoger el paquete en la tienda de la esquina que si debes desplazarte a las afueras de la ciudad, donde suelen estar las naves de Amazon. Y más sencillo aún, por ejemplo, aprovechar que tienes que acercarte a coger tu propio pedido para llevar los paquetes de otros hasta sus casas.
¿Escuchas los tambores de guerra? Quizá no porque por ahora suenan bajito, pero si la idea sale adelante, es fácil imaginar la reacción de los transportistas profesionales y de las empresas de mensajería, parecida a la que han tenido los taxistas con Uber. De cualquier forma, con tantos millones en juego uno va más contento a la batalla…