Dime cómo consumes y te diré cómo eres

DICES QUE VAS A MIRAR... PERO SABES QUE ACABARÁS COMPRANDO

Te pasas por un centro comercial y echas un vistazo a una de las tiendas. Solo por mirar. Das con algo que te gusta. Te encanta. Posibles reacciones:

  1. Está fuera de tu presupuesto del mes. Pasas.
  2. Ves qué gastos puedes recortar para darte el capricho.
  3. No piensas en nada y tiras de tarjeta.
  4. Sabes que te va a hacer un roto, pero ya resolverás el problema.

La forma de consumir y de lidiar con tu presupuesto dice mucho de ti, de tu personalidad y de tu forma de tomar decisiones.

Los expertos de la plataforma Mint Life, centrada en la economía doméstica, han elaborado cuatro perfiles en los que podemos vernos reflejados. Y además, los acompañan con algunos consejos para que, cada uno con nuestros defectillos, lleguemos a ser consumidores inteligentes. ¿Qué tipo de consumidor eres?

El matemático

No, no se trata de estar haciendo números todo el día, pero se le nota la mente cartesiana. Todo está calculado y controlado: la comida, los gastos de la casa y del coche, cuánto para los hijos, cuánto para extras… El presupuesto es el que es y hay que ajustarse a él con disciplina militar.

Ventajas: llega a fin de mes sin sobresaltos e, incluso, ahorra.

Desventajas: así no hay manera de darse algunas pequeñas alegrías.

Consejo: debe tener en cuenta los imprevistos para que una invitación de boda o una avería del coche no suponga un colapso en sus planes.

El despreocupado

Desde luego, el dinero no es lo más importante para él. Sirve para lo que sirve y cuanta más importancia se le pueda restar, mejor. Por eso organiza un sistema de pagos por domiciliación, automatiza la gestión de sus cuentas y realiza inversiones estables. Todo para quitarse problemas. Aunque eso no significa que no controle en absoluto los gastos. Conoce sus límites y los respeta.

Ventajas: comodidad.

Desventajas: todo funciona… mientras los ingresos se mantengan.

Consejo: sería recomendable dedicar algo de tiempo a conocer nuevos productos financieros o propuestas de ahorro. De lo contrario, puede estar perdiendo oportunidades.

El desordenado

Intenta preocuparse del dinero, pero no le llega el tiempo y el estrés le confunde. Suele utilizar aplicaciones móviles para ordenar un presupuesto que le resulta lioso y con frecuencia le supera. Se propone organizar sus gastos, pero al final acaba improvisando. Algo así como: “Me llevo esto, esto y esto… Aunque no sé si estoy gastando demasiado este mes. Cuando llegue a casa lo compruebo”. Y no lo hace.

Ventajas: ninguna.

Desventajas: el descontrol siempre es una fuente de problemas, sobre todo a largo plazo.

Consejo: hay que pararse a reflexionar, calcular y planificar. Quizá este mes o el siguiente no tenga problema, pero dentro de dos o tres puede que sí.

El desentendido

No se ocupa del presupuesto hasta que no tiene más remedio. Le preocupa, sí; le angustia, también, pero mira para otro lado siempre que puede. Las finanzas domésticas son más una idea abstracta que un asunto de números. En todo caso, siempre le va a faltar dinero para todo lo que podría necesitar.

Ventajas: ninguna.

Desventajas: se suele salir del presupuesto y pide créditos a veces innecesarios, con los números rojos colgando como espada de Damocles.

Consejo: es necesario comenzar a entrenar la manera de controlar el dinero. Poco a poco. Por ejemplo, empezando por hacer una lista de gastos semanales y distinguiendo lo necesario de lo superfluo.

¿Con cuál de estos perfiles te identificas?

 

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